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Mis poesías no tienen ni rima no metrica. Si encuentras alguna de ellas que tenga, enhorabuena, porque no lo hago aproposito :P

viernes, 15 de abril de 2011 19:26
Mininarración
Ahora la mininarración
ADVERTIENCIA: Si estás leyendo Shirokuro o piensas leerlo y no has leido el último capitulo, aquí salen un par de spoilers, si por lo contrario, vas al día o no vas a leerlo, adelante :


La canción de la aurora

Dicen las perdidas voces en la brisa, que hace años nació en las lejanas estepas nórdicas un joven con un inigualable talento con la música, pero que desapareció a la temprana edad de quince años. Pocos conocen la verdadera historia que esconde la melodía de la aurora.
En el más crudo invierno, en el seno de una familia pobre, el joven Ryo nació. Poseía unos profundos ojos verdes y un cabello del mismo misterioso color. La familia ya tenía una hija un año mayor, Due, y viendo que no podría mantener a ambos, decidió hacer un pacto con los dioses de los deseos.
-Si realmente deseáis el bien de vuestros hijos, el menor poseerá un gran poder musical, pero éste nunca podrá tocar canciones que no desee tocar y no podrá no tocar canciones que desee tocar, si no desaparecerá y volveréis a la miseria.
Ryo creció y pronto se hizo famoso en toda la región y el país, y aunque viajaba mucho, nunca habló con nadie que no fueron sus padres o muy pocas veces con Due, porque sus padres nunca le permitieron hablar con nadie por miedo a que le obligaran a tocar algo que Ryo no deseara. Las pocas veces que hablaba con Due, ésta le contaba cosas sobre el exterior.
-¿Por qué la Luna a veces desaparece?
-No lo sé, la Luna es muy misteriosa...-Respondía su hermana, que también sentía una gran fascinación por el cielo nocturno.
-¿Qué son esos ríos de luz que aparecen algunas veces en invierno?
-Creo que son mensajes del cielo para quién desea escucharlos...-Después de una breve conversación, ambos se quedaban observando el cielo, hasta que sus padres llamaban a su hermana.
Ryo siguió creciendo, y su fama llegó a ser internacional. Las noches mirando a las estrellas junto a Due desaparecieron y Ryo se hundió en una soledad aún más profunda. Las canciones y melodías que antes tocaba y componía se volvieron cada vez más tristes y melancólicas, pero de su boca nunca salió ninguna palabra de protesta. Sus padres, hacía tiempo que sólo deseaban más fama y poder y habían olvidado el primer propósito de su deseo.
Cada día que pasaba, cada concierto que daba, cada pieza de música que componía, no hacían más que aumentar su ascendente prestigio y su creciente tristeza. Durante las pocas noches en las que podía estar tranquilo, la mayoría de veces durante los largos viajes, no paraba de imaginar cómo sería la vida del resto de personas, de todas esas que le miraban con ojos sorprendidos y de admiración mientras interpretaba una u otra melodía. Muchas veces, había visto a chicos de su edad que le miraban con odio, pero no comprendía el porqué.
“¿Qué he hecho para que me odien? ¿Cuál ha sido mi error? ¿Acaso no he de tocar esas melodías? ¿Qué debería tocar en realidad? ¿Por qué siempre me preguntan si deseo tocar una u otra canción?”-Se preguntaba durante largas conversaciones con la estela de la Luna.
Por alguna razón, quizás porque sus padres no lograron convencer a la clase alta de su país de la supuesta necesidad de aislamiento del joven Ryo, el día de su quinceavo cumpleaños fue invitado a una cena de gala en el mayor de los palacios de su país. Entre los invitados, sólo había un muchacho de su edad, Homare Nakazora, que pertenecía a la familia de la nobleza más poderosa de todo el país.
Ryo esperó el día con ilusión, con la esperanza de poder conocer al fin a alguien y poder tener un amigo. Un día antes del acontecimiento, Due logró convencer a sus padres para poder hablar con Ryo, con la inocente escusa de que así, él estaría más relajado y en la fiesta del día siguiente no habría ningún problema.
-¡Ryo! Feliz cumpleaños adelantado, espero que sea un día muy feliz para ti.-Dijo su hermana al entrar.
-Gracias, eso espero yo también. Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos la última vez...
-Sí... No me han dejado hablar contigo, lo de hoy lo he logrado a duras penas y dentro de media hora me tendré que ir... Pero hay tiempo para hacer un plan.
-¿Plan? ¿Para qué?
-Muy simple, dudo que la situación de mañana se vuelva a repetir, esa será tu única oportunidad para hacerte amigo de alguien, ¿no?
-Sí, es verdad. Pero dudo que eso les guste a nuestros padres...
-¿Cuánto tiempo te va costar darte cuenta? Ellos hace tiempo que perdieron el aprecio que tenían por ti o por mí, ahora sólo somos herramientas para conseguir que ellos tengan más fama, poder o dinero.
-Sí, pero...
-Sin ir más lejos, ayer les oí diciendo que mañana me comprometerían con ese tal Homare, por eso lo han invitado a la fiesta.
-¿¡Qué!? Pero si no lo conocemos de nada, apenas ha venido a un par de mis conciertos y poco más, ¿estás segura de que oíste eso?
-Sí, mira, acerca la oreja al suelo.
Ryo pegó la oreja al suelo, y oyó la voz de su madre.
-¿Por qué tuvimos que organizar esa estúpida fiesta? No va a causarnos más que problemas.
-Pero así Ryo seguirá callado y tocando igual que siempre, si no al final dejaría de tocar.
-He visto su escritorio y solo hay partituras a medio escribir y frases estúpidas. Encima, desde que no dejamos a Due hablar con él, la cosa ha ido empeorando.
-Por suerte mañana nos libraremos de esa pesada, que sólo quiere hablar con su hermanito y no quiere ayudarnos a mejorar nuestro estatus social.
-Sí, a partir de mañana será la familia Nakazora la que se haga cargo de ella.
-Pero creo que deberíamos haberla avisado un poco antes, a lo mejor mañana arma la gorda cuando se entere y fastidia el trato.
-¿Ella? No me hagas reír, si aún cree que la magia existe...
-No entremos en ese tema.
Due y Ryo levantaron la oreja del suelo hartos de escuchar.
-¿Ves? Hace tiempo que olvidaron nuestros sentimientos...
-No puedo dejar que te comprometan con alguien que no quieres ni conoces. ¿Qué quieres que haga?
-Ni idea, vine para que tú pudieras tener un amigo, pero no tenía ningún plan...
-¿Qué te parece si compongo una canción que diga todo lo que sentimos y tú la cantas?
-De acuerdo.
Y durante el poco tiempo que les quedó antes de que sus padres terminaran de hablar y llamaran a Due, la hermosa canción surgió del esperanzado corazón de los dos hermanos...
Al día siguiente, todo estaba preparado para la fiesta, y las horas pasaron muy lentamente para los dos... Cuando la noche llegó y comenzó la fiesta, aunque no habían podido hablar durante todo el día, justo en el momento que los padres iban a hacer oficial la ya conocida propuesta de matrimonio, Due se separó de sus padres y fue junto a Ryo.
-Me alegra mucho que todos hayan querido asistir a mi fiesta de cumpleaños-Comenzó a hablar Ryo- les tocaré una canción que nunca antes he interpretado y que mi querida hermana Due cantará. Se llama: “canción de la aurora” Les ruego silencio.
Ryo comenzó a tocar y Due a cantar, frente sus sorprendidos padres y los interesados invitados. Entre las grandes paredes de aquella sala, se escuchó la más bella melodía tocada nunca en el norte y la que más sentimientos contenía, pero antes de poder terminar, los padres de Ryo y Due reaccionaron y se llevaron a Ryo y Due de la sala ante los atónitos ojos de los invitados
-¿¡Se puede saber que significa esto!?-Preguntó su padre.
-Nada, en especial, sólo es una canción más en la que plasmamos nuestros sentimientos.-Respondió Ryo
-Te prohíbo volver a tocarla. Ahora sal ahí y diles a todos que ha sido una broma y tú-mirando a Due-ya nos darás explicaciones cuando formes parte de la familia Nakazora.
Ninguno de los dos hermanos se movió del lugar.
-¿¡Vais a moveros o no!?-Preguntó su madre
-No, no somos simples instrumentos. Si nos movemos de aquí sólo será para acabar la canción y hacer ver al resto la verdad.-Respondió Ryo con seguridad.
-Tú no volverás a tocar esa canción.-Dijo su padre, arrebató las partituras de las manos de Due, abrió una de las ventanas y las arrojó allí, donde el viento y el frio pronto acabaron con ellas.
Cuando Ryo iba a protestar, no le salió la voz y cayó al suelo. Sus padres, de repente recordaron las palabras de los dioses de los deseos y se dieron cuenta de su error. Pero ya era demasiado tarde y Ryo estaba a punto de perder su existencia. Due, que no entendía nada de la situación y viendo el cuerpo de su hermano desaparecer salió corriendo del edificio y se perdió en una tormenta de nieve...
Nadie volvió a ver a los dos hermanos que habían vivido presos en la cárcel invisible que sólo ellos podían ver, pero se dice que los dioses de los deseos, conmovidos por la canción compuesta por Ryo, les concedieron el tener una segunda oportunidad. Y dicen también las voces de la brisa que Ryo aún viaja entre los sueños de la gente, tocando sus bellas melodías junto a su hermana...

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